Colonia Caroya es mundialmente conocida por el salame colonia, el típico embutido introducido en la región con una técnica de fabricación única y conservación en sótano. Este año, una vez más, la IG (Indicación Geográfica) de este producto marcó el horizonte para los productores que comercializaron salame y picadas que incluyen quesos, jamones, bondiolas, entre otras delicatessen.
Los productores elaboraron 200 kilos de salame que comercializaron en su totalidad. En este evento se unieron Marcelo Prosdócimo con su marca Provin, Guillermo Cragnolini de Embutidos Los Plátanos, Mariano Cragnolini de Los Tekis y Martín Piazzoni y familia de Embutidos Piazzoni.
Pero la fiesta incluyó otras comidas tradicionales como el codeguín (otro embutido que se hierve y se sirve caliente) con la polenta blanca (harina de maíz blanco molido producido y cosechado en Colonia Caroya).
Desde temprano los turistas se agolparon en las cajas habilitadas para adquirir sus alimentos seleccionados de una nutrida carta, donde no faltaron pastas, chorizo con achicoria, postres caseros como budín de pan, flanes, frutas en almíbar y el tradicional vigilante (queso y dulce).
El sábado las mesas se quedaron sin espacio muy pronto, y hubo servicio de almuerzo que se fusionó con la merienda y hasta casi la cena.
Las estimaciones en la misma Colonia Caroya y en ciudades vecinas como Jesús María y La Granja hablan de unas 20 mil personas que en dos días se trasladaron a buscar lugar para almorzar y cenar, debido a que en la fiesta hubo horarios donde no se alcanzaba a cubrir la demanda.
La fiesta fue un éxito para todos
Aún se aguardan las estimaciones de consumo, en cantidades y en ingresos económicos. Sin embargo, para todos fue una gran experiencia. “Nos habíamos preparado para más visitantes que en el 2024, teniendo en cuenta la demanda de ese entonces, pero verdaderamente se superaron las estimaciones”, dijo a la prensa María José Bergagna, a cargo del Área de Turismo y una de las organizadoras del evento.
Marca Origen
Este año debutaron marcas con el sello de origen de Colonia Caroya. Una iniciativa que se hizo ordenanza y ordena a los elaboradores de productos artesanales y semi-industrializados para que puedan tener su sello de nacimiento y los identifique entre otros.
En una carpa montada para tal efecto, se pudieron probar y comprar vinos artesanales, dulces, conservas, quesos, panificación y pastelería con el sello original. Una demostración de que la ciudad es mucho más que salame.