Ambos dirigieron sus mensajes al corazón del empresariado pyme, pero la diferencia estuvo en el registro, el contenido y la reacción del público. Mientras que Caputo ofreció una defensa tibia del rumbo económico del gobierno de Javier Milei, Melconian encendió la sala con un discurso crítico y con la dosis justa de ironía para conectar con la audiencia.
Caputo, en modo vocero
Luis Caputo utilizó buena parte de su intervención para insistir en que el programa de ajuste evitó una hiperinflación y permitió la recuperación económica.
Habló de salarios reales “15% arriba de diciembre del 2023”, de una economía que “creció 6%” y de una macro “ordenada por decisión política”.
Reafirmó que el modelo busca hacerle la vida más fácil a los empresarios y que "los protagonistas hoy son las pymes", restando importancia al incremento de importaciones y considerándolas necesarias en una primera etapa.
El tono, sin embargo, fue más institucional que empático. Se detuvo en datos sobre cómo ARCA alivia la carga impositiva, criticó a la oposición por frenar reformas y reclamó más respaldo del Congreso para avanzar con cambios tributarios, laborales y previsionales.
Los aplausos fueron respetuosos, pero medidos, a pesar de que afirmó que “Argentina es el país que más crece en el hemisferio occidental” y “uno de los cinco países del mundo con superávit en la línea financiera”.
Melconian, con el manual del desencanto
Carlos Melconian subió al escenario con un discurso cargado de números. Arrancó con una advertencia: “No hay logro económico. El partido dura 90 minutos”. Y a partir de ahí, construyó una intervención que alternó el pesimismo técnico con frases filosas que provocaron risas y asentimientos entre el público.
Cuestionó el relato oficial sobre el tipo de cambio, dijo que hablar de "salida del cepo" era falso porque para las empresas el cepo sigue, y minimizó el repunte económico: “rebote no es crecimiento”, disparó.
En uno de sus momentos más celebrados, ironizó sobre la narrativa del boom del crédito hipotecario, que tuvo un 50% de crecimiento real pero sobre una base cercana a cero.
Tampoco esquivó la inflación, a la que llamó “mentirosa”, y anticipó que no habrá baja de impuestos porque eso volvería inviable el objetivo de superávit fiscal. Asimismo, explicó el engrosamiento de reservas a partir del endeudamiento.
A pesar de todas sus críticas, aclaró: “Yo pateo para el mismo arco que el Gobierno, con diferencias en formas y en ideas macroeconómicas”.
Entre la arenga y la catarsis
Lo que se vivió en esa sala fue algo más que una preferencia por un expositor. Fue un síntoma. Melconian encarnó el hartazgo y la incertidumbre de muchas pymes que, si bien valoran ciertas señales del gobierno, no terminan de ver los resultados en sus balances.
En la feria se hablaba de deudas, tasas, costos, importaciones y facturación en baja. Y ahí es donde las frases crudas y la ironía ácida de Melconian conectaron. Caputo fue gobierno. Melconian, una especie de portavoz de los descreídos.