Detrás de una puerta discreta y lejos de los flashes, se esconde un universo que Córdoba no conocía. Tom Bar abrió sus puertas el pasado 15 de junio con un concepto provocador y directo: un bar exclusivo para hombres gays donde el fetiche es bienvenido y el juicio queda afuera. No es boliche, no es sauna, no es disco. Es otra cosa.
“La idea surgió de una necesidad compartida: no existía en Córdoba un bar para hombres gays con estética y código fetichista, como sí hay en ciudades como Berlín o Nueva York desde hace décadas”, cuentan Marcos Boffito y Javier Delamer, creadores del proyecto.
Ambos tienen trayectoria en la organización de eventos para la comunidad Leather Fetish, pero en Buenos Aires. “Después de tres años de viajar constantemente, decidimos apostar por Córdoba para generar algo estable y propio”, explican.
Crudo, adulto y sin prejuicios
Con 195 m² de superficie y capacidad para 67 personas, Tom Bar combina barra de coctelería (con tragos locales e internacionales), música electrónica acompañada por DJs residentes, espacios íntimos, dress codes temáticos y una política estricta de privacidad.
“Queríamos algo crudo y adulto. Un espacio que invite a explorar desde la charla hasta lo sexual, sin que eso sea un tabú. Un bar donde cada uno puede decidir qué noche quiere tener”, resumen sus fundadores.
No hay escenario, ni shows drag, ni glitter. Lo que hay es otra cosa: una “sala fetish”, noches con dress code (leather, latex, sportswear, work gear, puppy play), ambientaciones específicas y sectores oscuros donde mirar, participar o simplemente flotar en la experiencia.
“Nos inspiramos en bares como New Action (Berlín) o Eagle (franquicias en todo el mundo), pero con identidad cordobesa. Queremos ofrecer experiencias libres de juicio y estimulantes, que no se reducen a bailar”.
¿Y por qué Córdoba? Además de ser el lugar de origen de uno de los socios, Córdoba fue elegida por su tamaño y potencial. “Es una metrópolis con más de 2 millones de habitantes y, sin embargo, no tiene bares de este tipo. Hay discotecas gay-friendly, pero no bares con un perfil más adulto, relajado, íntimo”, afirman. También pesan los costos más bajos respecto a otras ciudades y el conocimiento previo del público local: “Sabíamos que había demanda, aunque sea silenciosa”.
Una apuesta que empieza a dar frutos
En su apertura, el bar alcanzó la capacidad máxima. Y desde entonces, la recepción viene siendo positiva. “Nos escriben para agradecer, para decir que nunca habían visto algo así en Córdoba. Es fuerte lo que genera este espacio, porque habilita formas de vincularse que suelen estar reprimidas en la escena local”, señala Javier.
Por ahora no hay membresías, pero sí planean lanzar un sistema de fidelización. A mediano plazo, se vienen más colaboraciones con artistas, ciclos temáticos y quizás, si el modelo se consolida, una expansión hacia otras ciudades como Buenos Aires.
Seguridad, respeto y privacidad
Tom Bar cuenta con personal capacitado en seguridad, protocolos claros de intervención ante situaciones no consentidas y control estricto del uso de celulares en ciertas zonas del bar. “No se permiten fotos ni videos sin consentimiento. Para nosotros, la privacidad es clave. No es solo por protección, también por el tipo de experiencia que proponemos: íntima, liberadora, sin el ojo del otro”.
¿Quiénes pueden ir? El bar está pensado para hombres gays, tanto cis como trans, mayores de 18 años. “No se trata de discriminar, sino de generar un espacio seguro y específico para una comunidad que muchas veces no tiene lugares donde vivir su sexualidad con libertad y sin prejuicios”, aclaran los fundadores.