Keep calm &… ¡cartelea!

Joyitas vintage que en su momento fueron anuncios o propagandas se convierten hoy en objetos de decoración. Así, los carteles comenzaron a remplazar en gran medida a los cuadros y fotografías para llevarse el protagonismo. El giro lúdico trasciende el diseño industrial. Los objetos de deseo  de hoy.

El poster de Keep Calm & Carry On de 1939 cuando inicia la SGM, ahora reflotados y disponibles para personalización.
Joyitas vintage para decorar la casa. (By Zak)
¡Atención! Gente en actividad (elegís la que vos quieras). (By Omnipresentes)
Los destinos a los que fuiste o irás, en la pared de tu casa. (By Umbra)
Para quienes meditan en el “trono” un simpático personaje para la puerta del baño. (By Omnipresentes)
Estampados en metal, las chapas con los motivos originales de los carteles “retro” vuelven al hogar.
Como el Twister pero para la puerta del baño. (By Omnipresentes)

“Se está dando una reutilización de la cartelería de calle de publicidad para utilizarla como objeto de decoración”, comienza a explicar Marcos Cugiani, diseñador industrial y dueño de La Bochería. Lo cierto es que en primer lugar, los anuncios de distintos productos gastronómicos como bebidas o comidas se abrieron paso en la cocina pero con el tiempo, otro tipo de anuncios fueron ganando protagonismo en los lugares más impensados del hogar.
El cartel que hoy es furor en la decoración de interior como así en el diseño de moda y mundo virtual es el de “Keep calm & Carry on”, un póster hecho por el gobierno británico en 1939 (comienzo de la Segunda Guerra Mundial) con el propósito de subir la moral de la ciudadanía.
“Ahora los carteles, además de hacer referencia a una época retro están jugando con el humor y el rol activo de las personas para que interactúen con ellos a tal punto de encontrar carteles pensados para que la gente los toque, mueva y construya su propio mensaje”, nos cuenta el Cugiani.
Según el diseñador industrial, la moda de los carteles se impuse hace más de un año en Córdoba y ya está quitando de su lugar a los cuadros familiares con fotos o pinturas. “Uno cuelga un cartel también por un afecto que tiene hacia el mensaje o la imagen, como lo hacía con los retratos, por ejemplo”, concluye el profesional.

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