Es cordobesa y (con un producto innovador) armó un imperio de aromas en Chile que escaló a España

(Por Rocío Ledesma / RdF) Con la idea de trabajar como psicóloga, la cordobesa Magalí Maffrand se mudo a Chile para encontrar nuevas oportunidades. Sin embargo, durante la pandemia tuvo que reinventarse. De esta forma, llegó a la elaboración de velas y armó su propio imperio en el país vecino. Así nació Samsa Aromas y hoy busca expandirse en Europa.

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Magalí Maffrand, en la actualidad, sumó a su familia al negocio y se animó a expandirse en Europa con talleres y mentorías. La historia de resiliencia y superación de una cordobesa de Río Tercero. 

Aromas, texturas e innovación: la llegada de las velas a Chile

Magalí es de Río Tercero, tiene 35 años, pero desde los 14 emprende. “Lo echan a mi viejo del trabajo y empiezo a hacer cosas para tener mi propia plata”, contó a InfoNegocios. Sin embargo, la llegada de la pandemia en Chile le imposibilitó conseguir trabajo. “Me encontré a los 30 sin poder generar dinero. Llegué a tener una alergia en todo el cuerpo. Pasó el tiempo y quise empezar a hacer cosas para mí, para sentirme bien”, relató. 

De esta forma, encontró en las velas aromáticas un espacio de relajación. Su hermana, quien estaba en Argentina, había empezado a hacer velas de soja y fue quien la incursionó en ese universo. “En noviembre de 2020, llevé a Chile una caja de cera de 20 kilos, un litro de aroma y me puse a hacer las primeras velas”, recordó. 

De esta forma, de a poco empezó a abrir su propio negocio, Samsa Aromas, con un producto innovador en aquel país. En 2021, empezó a dictar talleres y realizó su primera importación de cera, que fueron cerca de mil kilos. Más tarde, logró importar unos 100 litros de aromatizantes. 

“Hacía talleres por Zoom y vendía los insumos. Había muchas posibilidades de crecimiento porque las velas de soja estaban en tendencia en el mundo y en Chile no existían”, dijo Magalí

El crecimiento exponencial de las velas en Chile

Cuando llegó a facturar más de 1.000 dólares, Magalí se animó a ir por más. Empezó a comprar más insumos, armó su vidriera virtual en redes sociales y empezó a vender velas en cantidades industriales. Uno de sus primeros pedidos fue gigante, unas 400 velas para una empresa. 

“Eso me impulsó a formalizarme y a darme cuenta de que si quería ser grande, tenía que ser como una empresa”, comentó. Así, contrató a más de 10 personas para formar su propia pyme. Inauguraron un taller como base en Chile, abrieron una página web y desde ahí, ofrecen todos los insumos para realizar velas: desde materiales hasta cursos.

La motivación como motor del éxito

“Yo entré en este mundo para conectar conmigo, y siento que a un montón de personas les pasa lo mismo. Por eso, quiero ayudar a otras personas a vivir de lo que aman”, sostuvo. 

De esta forma, Magalí decidió despegarse un poco del negocio de las velas, sumó a su hermana como gerente y se enfocó en brindar asesorías a mujeres emprendedoras. 

“Aunque no tengo un título de profesora, he descubierto en mi viaje emprendedor el regalo de enseñar y compartir, y eso ha iluminado mi camino de maneras inimaginables”, escribió Magalí en sus redes sociales. “En mis talleres y workshops, tuve la dicha de ver cómo las llamas de la creatividad se encienden en cada una de mis alumnas”, cerró.

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