“El challenge surgió como un juego dentro de una mentoría que hago para conectar mi ciclo creativo con mi ciclo vital (menstrual), transformando mi relación con el trabajo, el dinero y mi proyecto”, nos cuenta Romina Reicenawer, entrerriana, que vive desde hace 4 años en España.
Lo que comenzó como una práctica personal, que ella ya llevaba más de tres años, se convirtió en un desafío que invita a otras mujeres a experimentar y reconectar con su cuerpo, a través de su cuenta de instagram @labitacoraderomi.
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Los beneficios de “sacarse la bombacha”
Según Reicenawer, los beneficios son muchos, pero si los tuviera que resumir, destaca tres:
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Conexión con el cuerpo: “Vivimos muchas veces desconectadas, apretadas, siguiendo mandatos de cómo ‘deberíamos’ vestirnos. El simple hecho de sacarme la bombacha me llevó a escucharme más: cómo me siento, qué necesito, cómo cambian mis sensaciones según el día y mi ciclo”, cuenta Reicenawer.
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Comodidad y libertad: “Dejar de usar ropa ajustada que marca o incomoda me devolvió suavidad, ligereza y movimiento. Es como un recordatorio físico de que puedo elegir habitarme desde el disfrute y no desde la exigencia”, agrega sobre este otro beneficio.
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Energía, sensualidad y poder personal: “La zona de nuestros órganos sexuales no solo es biológica: también es un centro de energía creativa y vital. Sentirme cómoda ahí me conectó con mi sensualidad, con el juego, con mi creatividad… y con la seguridad de que puedo habitar mi cuerpo sin vergüenza”, finaliza sobre el tercer beneficio.
Reicenawer además asegura que su propuesta no es una fórmula que se deba imponer. “Uno de mis slogans personales es que ‘no hay fórmulas mágicas’. Cada mujer puede probar, experimentar y ver qué le hace bien”, explica.
Este hábito hoy en día lo experimentan mujeres de todas las edades, estilos de vida y lugares del mundo. Y aunque algunas tendencias pueden parecer modas pasajeras, Reicenawer lo define como algo más profundo: “La bombacha es solo un símbolo: lo que está en juego es animarnos a hablar, a compartir, a ser auténticas”.
¿Cómo lo verá la industria?
Respecto al impacto en la industria de la ropa interior, Reicenawer lo ve más como una oportunidad de adaptación que como una amenaza. “Si la industria está atenta, podría adaptarse creando prendas que respondan a estas nuevas necesidades de comodidad y libertad”, asegura. Incluso comparte un ejemplo cercano: “Mi mamá tiene una lencería, y lejos de ‘verse amenazada’, ella misma amplió la propuesta: no solo vende ropa interior, también ropa cómoda para estar en casa, pijamas, e incluso tiene un sex shop”, cuenta.
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