¿Te acordás cuando el perro era “el Firulais” que dormía en el patio, comía sobras y se curaba solo? Bueno, de eso hoy olvidate. Ahora tienen más especialistas que un humano con prepaga.
Sin embargo, no todo es snobismo perruno: gracias a este nuevo culto al “perrhijo”, la esperanza de vida se duplicó en los últimos 40 años. Sí, ahora te entierran ellos a vos (o algo así).
En Argentina, 8 de cada 10 personas conviven con al menos una mascota, y el 78 % de ellas son perros. Ya no se les dice “mascotas”: ahora son miembros del núcleo familiar, y si te descuidás, tienen más derechos sucesorios que vos.
Pero esto es en serio, la industria del cuidado crece sin parar: en Estados Unidos ya mueve más de 123.000 millones de dólares (sí, con m de millones), y para 2037 se estima que supere los 275.000 (más que el PBI de varios países).
Acá también se nota: más del 80 % de los perros recibe atención veterinaria, el 87 % está desparasitado y un 34 % pasa por al menos 2 o 4 tratamientos al año. Si vos fuiste al médico en el último semestre, felicitaciones: estás empatando con tu perro.
Walter Comas, veterinario y director de la Unidad de Animales de Compañía de MSD Salud Animal, lo tiene claro: si querés que viva más y mejor, hay que invertir. Pero de verdad. Acá van sus mandamientos para que el perro sea inmortal (o casi):
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Chequeos veterinarios anuales, como mínimo. Aunque lo veas “re bien”.
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Vacunas al día, no solo para evitar enfermedades: también para evitar la mirada de juicio del otro en el parque.
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Desparasitación continua, porque las pulgas no se toman vacaciones.
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Cepillado dental diario, porque sí: tienen sarro, mal aliento y necesitan cepillo propio.
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Cuidado del peso, porque el “qué gordito tierno” termina en hernia y dolor de cadera.
Para Comas, el cambio cultural es profundo: “Cuidar a un perro no es solo alimentarlo o sacarlo a pasear. Es comprometerse con su salud, su bienestar y entender que la salud animal, humana y ambiental están conectadas”. En criollo: si se enferma el perro, se enferma la casa (y probablemente la billetera también).