Hace 25 años, la llegada de Motorola a Córdoba fue mucho más que una inversión millonaria: fue la chispa inicial de un ecosistema que hoy emplea a más de 63.000 cordobeses. La firma de un convenio entre Motorola y los gobiernos municipal y provincial, rubricado el 20 de junio de 2000, encendió el motor de una transformación profunda. Un año después, en 2001, abría sus puertas el Motorola Argentina Center for Software (MACS), el primer centro de desarrollo de software de Motorola en Sudamérica.
El impacto fue inmediato: una inversión inicial de 10 millones de dólares, más de 250 empleos directos, y un objetivo claro: demostrar que desde Córdoba se podía competir de igual a igual con cualquier centro de desarrollo global. “Teníamos contacto de igual a igual con ingenieros de cualquier parte del mundo. Diseñábamos proyectos de escala global y eso nos marcó para siempre”, recuerda Álvaro Ruiz de Mendarozqueta, uno de los gerentes pioneros del centro.
Motorola trajo consigo una forma de trabajar que era inédita para la industria local: foco en la calidad, rigurosidad en procesos y estándares internacionales. El centro alcanzó certificaciones CMM Nivel 5 y CMMI Nivel 5, además de ISO 9001, en tiempo récord, algo inédito en la Argentina de ese momento. “Hicimos algo pionero: logramos certificaciones de calidad y formamos profesionales certificados cuando eso ni existía acá. Llegamos a tener prácticamente el 100% de los ingenieros certificados en Java, C++, telecomunicaciones y calidad”, detalla Álvaro.
Esa “escuela de calidad” formó a más de 1.000 profesionales entre 2001 y 2012, quienes llevaron esa cultura a nuevas empresas, startups y multinacionales. “Arrancamos contratando muchas mujeres, queríamos levantar la vara. Cada persona que ingresaba pasaba por un programa de inducción que mezclaba teoría, prácticas y estándares globales. Eso generó una cultura de trabajo que se expandió como un círculo virtuoso”, resume.
El apoyo de las universidades locales, como la UNC, la UTN y la Blas Pascal, fue fundamental para nutrir ese semillero. Motorola colaboró activamente en abrir maestrías y programas de posgrado, impulsando que la calidad y la exportación se convirtieran en ejes de la nueva industria.
El efecto cascada no tardó en llegar: Intel, EDS y otras multinacionales desembarcaron atraídas por el talento formado en Motorola. “Cuando vino Intel sabíamos que se iba a llevar gente nuestra, pero eso generó una rotación que alimentó el ecosistema. Fue un burbujeo que hizo crecer a todos”, dice Álvaro.
En ese camino, Córdoba se convirtió en referente de la Economía del Conocimiento, con más de 3.000 empresas activas, un polo tecnológico con peso nacional e internacional y una comunidad marcada por la calidad, la pasión y la colaboración.
Hoy, a 25 años de aquella semilla, los ex colaboradores volvieron a reunirse para honrar la historia compartida. Preparan un libro con anécdotas, documentos y testimonios para inspirar a las nuevas generaciones. “Cada vez que nos encontramos, vemos que lo que sembramos sigue vivo. Queremos que esta historia se conozca y siga inspirando”, concluye Álvaro.