Terrazas verdes, sí señor

(Por Sara Bongiovanni) Las terrazas vivas hacen pie en la ciudad: una en plena Nueva Córdoba y la otra en zona norte. Lejos de ubicar un par de maceteros en el techo, la referencia a “terrazas vivas” es justamente un proyecto de arquitectura paisajística ubicada en la cubierta de una vivienda o edificio, ya sea un techo inclinado o plano.
Con cuatro etapas básicas y sencillas estamos en condiciones de disfrutar un nuevo espacio en casa: la terraza.

La primera terraza verde en Córdoba se instaló a siete pisos de altura, en 160 m2 en la cubierta del edificio IES Siglo 21. Vista sobre la calle Rondeau.
Los espacios verdes en altura mejoran el entorno y la calidad del aire. Son aislantes, no emanan calor, absorben las lluvias (cerca del 75 por ciento) y el dióxido de carbono.
Solamente 17 centímetros separan el piso de la terraza de la cubierta del edificio. Las plantas crecen en función de la tierra. La malla geotextil controla las raíces.
Concesionario Naum. Reducen un 30 por ciento el consumo de energía utilizada para climatizar tanto en verano como en invierno
Las terrazas verdes tienen la propiedad además de disminuir la contaminación acústica en 40 decibeles.

Están inspiradas en los jardines de Babilonia (año 600 a.C), extendiéndose desde la década del ’30 en Estados Unidos, Alemania y otros países -sobre todo europeos- que ya cuentan con terrazas vivas que datan de más de 20 años atrás, o sea, hablamos de proyectos factibles y con garantía de durabilidad.
La única gran recomendación para evitar problemas de humedad a futuro es buscar al profesional idóneo en la materia.
Instalar una terraza en el techo de una vivienda es simple: implica tres o cuatro etapas dependiendo de la superficie y el diseño, éste incluye las mismas condiciones que cualquier proyecto paisajístico de un jardín convencional.
En primer lugar se coloca una membrana para la aislación hidrófuga que garantiza que la losa quede sellada al paso de agua. A continuación se instala la malla geotextil formada por pequeños “rulos” plásticos que contienen, controlan y permiten la respiración de las raíces y el drenaje; y por último se coloca el sustrato, un material liviano, esponjoso, que absorbe el agua y posee los nutrientes para las especies vegetales. El riego está controlado por un sistema de monitoreo y abastecido con agua de lluvias, evaluadas comúnmente de acuerdo a estudios realizados en la región. Por metro cuadrado hay que considerar 850 pesos que incluye el diseño paisajístico y el equipamiento.
Asesoramiento arq. Sara Pomazán directora de la carrera Diseño Paisajístico pionera en Córdoba de esta arquitectura en altura.

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