Desde la Costa Atlántica hasta la Cordillera, el abanico de experiencias es amplio y diverso. En el litoral rionegrino, Las Grutas vuelve a ser una de las estrellas de la temporada: playas amplias, aguas templadas y una vida nocturna activa, sumadas a excursiones como el avistaje de fauna marina o las salidas de buceo.
A poco más de 100 kilómetros, Playas Doradas ofrece un entorno más agreste y natural, con arenas finas que reflejan el sol y le dan su nombre al lugar. Allí, los deportes de viento y las jornadas de pesca son parte del plan.
El recorrido costero continúa en El Cóndor, a media hora de Viedma, punto de partida del Camino de la Costa sobre la Ruta Provincial 1. En ese trayecto se suceden postales únicas como El Espigón, La Lobería o Bahía Creek, pequeñas joyas aún poco exploradas por el turismo masivo.
Pero el verano rionegrino no se limita al mar. En la Región Cordillera, Bariloche y El Bolsón también cambian su ritmo invernal por actividades de aire libre: caminatas entre bosques, travesías lacustres, rafting, canopy y parapente, entre otras opciones. Bariloche, además, cuenta con una infraestructura turística de primer nivel, con más de 30.000 plazas hoteleras disponibles, lo que la consolida como una de las ciudades más preparadas del país para recibir visitantes durante todo el año.
Este verano, la región suma también la reapertura del Área Natural Protegida Río Azul - Lago Escondido, un imperdible para quienes disfrutan del senderismo y la naturaleza pura. Como siempre, la gastronomía local —chocolates, cervezas artesanales y cocina patagónica— completa la experiencia.
En el otro extremo de la provincia, la Estepa rionegrina ofrece una postal diferente: horizontes infinitos, silencio y cielos despejados. Allí, el Tren Patagónico sigue siendo uno de los grandes protagonistas. Cada semana conecta Viedma y Bariloche en un viaje que une el Atlántico con la Cordillera. En verano, la histórica Trochita también vuelve a rodar con recorridos especiales y propuestas gastronómicas que rescatan los sabores del sur.
Finalmente, los Valles muestran otra faceta de Río Negro: la de la producción, el vino y el turismo rural. Entre chacras, viñedos y bodegas, los visitantes pueden recorrer los Caminos del Vino, hacer degustaciones o disfrutar del aire libre en el Lago Pellegrini y el Valle de la Luna Rojo.
Con su diversidad natural y cultural, Río Negro busca volver a enamorar a los viajeros cordobeses, demostrando que el verano también tiene su lugar en el sur.
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