Esta movida no es menor: responde a un cambio de época donde los vínculos afectivos con los animales de compañía son cada vez más profundos y, al mismo tiempo, se convierten en una extensión de la identidad del consumidor. ¿Quién no comparte su feed con fotos de su gato? ¿Quién no se identifica con memes perrunos?
Desde una mirada de branding, la marca está:
1. Resignificando su legado (el ADN Originals de los años 70) en una categoría completamente nueva.
2. Conectando emocionalmente con una comunidad que prioriza lo afectivo, lo auténtico y lo compartido.
3. Abriendo una puerta a la innovación en consumo simbólico y personalizado.
¿Es solo una línea de ropa para perros y gatos? No. Es una narrativa emocional pensada para crear sentido, conversación y pertenencia. Una forma de decir “yo soy Adidas” sin necesidad de decirlo.
Pero ojo: ampliar categorías también nos obliga a pensar en la responsabilidad de hacerlo con coherencia. Cada producto nuevo tiene impacto, y construir sin descuidar el planeta ni la cultura local es parte del verdadero desafío.
Este tipo de decisiones son una muestra de cómo las marcas, cuando entienden su tiempo, se convierten en cultura.
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