En Japón, la pastelería no es solo una rama de la gastronomía: es un arte lleno de detalles, sutilezas y significados. En cada dorayaki, mochi o cheesecake japonés se esconde una filosofía que valora la precisión, la estética y la simplicidad. En este contexto, nace la historia de María del Carmen Morfulis, o simplemente “Meri”, una pastelera cordobesa que descubrió su vocación por los sabores orientales en un seminario gastronómico, donde un chef japonés le abrió las puertas a un universo desconocido para la mayoría de los paladares locales.
“Le pedí que me enseñara todo y él me enseñó todo lo que es la pastelería. Incluso me enseñó algunas cosas saladas, pero lo mío fue lo dulce”, cuenta Meri.
Así nació Keki, que en japonés significa simplemente “pastel”. Con el tiempo, y tras mudarse de su Carlos Paz natal a la ciudad de Córdoba, el emprendimiento creció tanto que el nombre también lo hizo: hoy el local se llama Atorie Keki, que significa “atelier de pastelería”, y está ubicado estratégicamente sobre Duarte Quirós, justo frente a Tribunales. No es casual: “Me pareció el mejor lugar, porque alrededor están Nakama, Raisu, Buda Town… elegí la línea oriental de Córdoba”, explica.
Meri trabajó desde su casa, vendió para hoteles, armó boxes para cumpleaños, atendió pedidos personalizados. Todo eso antes de abrir su primer local físico donde actualmente trabaja con un equipo de cinco personas, entre baristas y pasteleros.
El sabor de lo nuevo (pero con historia milenaria)
Lo que distingue a Atorie Keki no es solo el uso de ingredientes japoneses, sino la fidelidad a las técnicas tradicionales. “Acá usamos anko, que es una pasta de poroto adzuki dulce, muy sutil. También harina de arroz glutinoso para hacer mochis, que no tiene gluten, pero sí mucho almidón”, explica.
La oferta combina pastelería dulce con opciones saladas como los sandō, sándwiches japoneses hechos con shokupan (pan de leche esponjoso) rellenos de tamago (huevo con mayonesa japonesa), o de cerdo ahumado con pepinillos encurtidos.
Los más vendidos: sin lugar a dudas, los mochis. La masa de mochi es suave, pegajosa y gomosa, lo que los hace deliciosos al morderlos. Generalmente, los mochis tienen forma redonda o en pequeños bloques, y a menudo están rellenos con diferentes ingredientes. “Nos sacan de las manos. Hacemos entre 40 y 50 por día y no alcanzan”, dice Meri. Además, tiene bebidas como los mocktails, que son tragos sin alcohol hechos a base de infusiones de té, café o frutas.
En cuanto a los precios, los mochi individuales (de tamaño mediano) rondan entre los $ 4000 y $5 000, dependiendo del relleno, mientras que los taiyakis se venden entre $ 5000 y $ 6000. El cheesecake individual, por su parte, cuesta alrededor de $6500, aunque en general, los productos oscilan entre los $ 5000 y $ 7000. “Los precios se actualizan semanalmente”, aclara Meri.
¿Dónde probarlos?
Atorie Keki está sobre Duarte Quirós 495, frente a Tribunales. Entre mochis, dorayakis, cheesecake japonés y sandōs, es posible que entres por curiosidad y salgas convertido en fan. La pastelería está abierta de lunes a sábado de 8 a 20hs.
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