El informe revela datos contundentes sobre cómo las marcas integradas de forma orgánica al relato lograron no solo visibilidad, sino también memorabilidad e identidad de marca. Un 92% de los espectadores recuerda haber visto marcas dentro de la serie, y un 86% consideró que esas presencias acompañaban la historia sin interrumpirla.
Más aún, el 76% no solo identificó las marcas, sino que también recordó el contexto narrativo en el que aparecieron, lo que indica una conexión emocional y argumental genuina con el contenido. Entre las marcas más mencionadas espontáneamente por el público se encuentran Carrefour, Lysoform, Diagnóstico Maipú, Schneider y Nike.
Apenas un 9% percibió estas integraciones como forzadas, lo que refuerza la importancia de la naturalidad y la coherencia en el branded content. Según el informe, El Eternauta marca un antes y un después en la forma de pensar la participación de las marcas en la narrativa cultural.
El fenómeno también modificó hábitos de consumo audiovisual. Un 63% de los encuestados afirmó haber dejado de ver series extranjeras mientras duró la emisión de El Eternauta, y un 36% redujo su visionado de películas, priorizando la ficción nacional. Incluso, uno de cada tres usuarios dijo haber disminuido su tiempo en redes sociales para enfocarse plenamente en la serie.
Otro aspecto destacado fue la resignificación del espacio urbano: carteles, locales y puntos de venta reales fueron incorporados a la narrativa, aportando una cuota de realismo valorada por el 74% del público como esencial para la inmersión en la historia.
El estudio también subraya que el impacto de la serie trascendió la pantalla. Aunque no todas las marcas estuvieron integradas al relato visual, un 69% del público reconoció posteos en redes sociales de marcas que supieron vincularse al fenómeno, capitalizando la conversación cultural en torno a la serie.
Finalmente, el informe destaca una tendencia de largo plazo: el 57% de las personas cree que la participación activa de las marcas en la cultura puede ser beneficiosa para la sociedad. En este sentido, la presencia en contenidos culturales no reemplaza la pauta tradicional, sino que la complementa y potencia.
“Apoyar la producción cultural permite ser parte del relato, ganar legitimidad y conectar con pilares colectivos altamente valorados por las audiencias”, concluye el informe.
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