Nacida en 2006 como FreeMap Israel, Waze fue la génesis de un concepto colaborativo que buscaba no solo ser un GPS en línea, sino dotar a los usuarios del poder de contribuir en la comunidad donde viven.
Un concepto que Google vio tentador (¿o amenazante?) y que, ni lento ni perezoso, desembolsó US$ 1.300 millones para hacerse de Waze en 2013. Así, la gran G no solo tiene a su estrella, Maps, si no también a esta alternativa colaborativa.
Una red social de conductores
A diferencia de Google Maps, que se centra en la cartografía y el cálculo de rutas, Waze incorpora información colaborativa en tiempo real. Los usuarios pueden reportar cortes, embotellamientos, accidentes o controles policiales, generando una red social de conductores que comparten datos útiles para quienes circulan por la misma zona.
La función de aviso de velocidad se activa de manera sutil: no emite un sonido fuerte, sino que muestra una notificación visual en la pantalla del celular o del sistema de infoentretenimiento del auto. El objetivo es mantener la atención del conductor sin causar distracciones que puedan derivar en maniobras riesgosas.
Este enfoque comunitario, sumado a herramientas como la alerta de radares y la posibilidad de modificar rutas en función de los reportes, refuerza el posicionamiento de Waze como alternativa a Google Maps para quienes buscan algo más que un GPS.
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