La empresa nació del encuentro entre tres amigos con perfiles complementarios —software, desarrollo y atención al cliente— que decidieron unirse para crear una firma diferente.
“Queríamos una empresa que ofreciera soluciones tecnológicas a medida, combinando lo técnico con una forma de trabajar cercana, humana y profesional”, explican desde KLG. Hoy, su equipo trabaja para clientes en toda la región, pero con una fuerte identidad local.
Esa identidad “cordobesa” no es solo geográfica. “Desde Córdoba se puede hacer tecnología de primer nivel, con equipos comprometidos, creativos y con una mirada muy humana”, destacan.
El humor, la calidez y el trato relajado son parte de su sello, sin perder foco ni profesionalismo. También es una apuesta por el ecosistema local: “Nos enorgullece llevar esa impronta a cada proyecto. Creemos que ser cordobeses no es solo una ubicación, es una forma de encarar el trabajo y los vínculos”.
En su modelo de trabajo, la experiencia del usuario es clave. “Desde el arranque del proyecto pensamos en la experiencia del usuario final, no como un paso más, sino como una parte central del desarrollo”, afirman.
Evitan los productos en serie y las soluciones estándar: cada desarrollo parte de una escucha profunda y un diseño pensado para quien lo va a usar. “Si la tecnología no mejora la vida de las personas, pierde sentido”.
Esta mirada va en línea con una de las grandes tendencias del sector: el diseño centrado en el usuario. Las empresas que priorizan la experiencia del cliente superan a sus competidores en indicadores de crecimiento y fidelización. En KLG, esta visión no es una etapa del proceso, sino parte de su ADN.
A la par, siguen de cerca tendencias globales como la inteligencia artificial aplicada al desarrollo, la automatización y el uso de la nube para soluciones escalables.
“Creemos que estas herramientas van a marcar la diferencia en cómo se hacen las cosas en los próximos años”, aseguran. Pero aclaran que la innovación, para ellos, va más allá de lo técnico: “Es una actitud constante de aprender, probar y adaptarnos. También buscamos mejorar cómo trabajamos y cómo nos relacionamos”.
Uno de los mayores desafíos fue escalar sin perder la esencia. “Cada país tiene su ritmo, su estilo de comunicación y sus particularidades. Lo más importante fue aprender a construir confianza a la distancia, sin perder la calidad y la cercanía que nos caracterizan”. En ese crecimiento, cuidar la cultura fue clave.
“Escalar con sentido no es sumar proyectos por sumar, sino mantener procesos humanos y colaborativos, y sumar personas que compartan nuestros valores”.
Córdoba resulta un terreno fértil para este tipo de proyectos. Según datos del Observatorio de la Economía del Conocimiento de Córdoba y el Córdoba Technology Cluster, la provincia es la segunda exportadora de software del país, con más de 450 empresas del rubro. A nivel nacional, el sector de software y servicios informáticos exportó más de 2.000 millones de dólares en 2023, con un crecimiento sostenido durante los últimos cinco años, según la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI). Desde KLG advierten que aún hay mucho por hacer. “Hace falta seguir fortaleciendo la formación técnica, sumar más espacios de colaboración y apoyar al talento local para que no tenga que buscar oportunidades afuera”.
¿Y el consejo para quienes emprenden en el interior del país? “Que no subestimen lo que se puede hacer desde donde están. Que confíen en el talento a su alrededor, construyan comunidad y piensen en grande, sin perder la esencia”.
En un contexto donde muchas soluciones tecnológicas tienden a la estandarización, KLG propone una alternativa: crecer con sentido, apostando por el talento del interior y priorizando los vínculos. Porque incluso en la era de la automatización, lo humano sigue haciendo la diferencia.
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