La mediocre competitividad argentina: por qué estamos en mitad de tabla (qué nos falta y cuánto)

Aunque los títulos de la última reunión de coyuntura de la Bolsa de Comercio se los llevó el senador y precandidato a vicepresidente, Miguel Ángel Pichetto, el informe del IIE presentó como “entrada” un interesantísimo informe sobre la competitividad argentina. Los puntos clave, lo que hay, lo mucho que falta.

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Lucas Navarro, titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba.
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Estamos en la posición 81 sobre 140 países: arriba nuestro están Chile (33), México (46) y hasta el cerrado Brasil (72). Por debajo Paraguay (95), Bolivia (105), Venezuela (127). La economía más competitiva del mundo es EE.UU. (1) y la menos Chad (140) en este informe del Foro Económico Mundial que tomó de base el IIE.

La buena noticia es que mejoramos desde la posición 106 en 2015, básicamente por las mejoras institucionales que introdujo el gobierno de Cambiemos.

Malas noticias, hay -en cambio- muchas más. 

En el mercado del trabajo, no solo tenemos muchos impuestos ($ 520 cada $ 1.000 de salario) sino una rigidez de normas que impiden la creación de trabajos formales.

Esa situación se potencia por el notable aumento de la cantidad de beneficiarios al sistema jubilatorio que saltó de 2,9 millones en 2004 a 5,7 millones en 2018. Así, Argentina tiene 1,7 aportantes por beneficiario (que podrían pasar a 2,8 si se “blanquearan” los trabajos informales).

El sistema impositivo argentino tampoco ayuda a la competitividad: la maraña de regímenes en los tres niveles de gobierno consuman una presión tributaria equivalente a 34% del PBI, 14 puntos más que Chile y más del doble de México, Perú o Paraguay. Además del peso de los impuestos, su calidad (como II.BB. y débitos y créditos bancarios, por ejemplo) es muy mala.

El sector financiero, por su parte, es definitivamente enano: solo 7,8% de la población activa ahorra formalmente, una proporción que se triplica en Chile, por ejemplo. 

El total de créditos al sector privado es en Argentina equivalente al 16% del producto bruto, el menor ratio de la región: en Uruguay es 26%, en Colombia el 49% y en Chile el 112%.

No nos va mejor en materia de comercio internacional: la suma de exportaciones e importaciones es apenas del 25% del PBI, contra un promedio de la región del 43% (en Chile es del 58% y en Paraguay el intercambio sumado llega al 85% del producto).

De la inflación no hace falta decir mucho: estamos entre los países de mayor crecimiento de sus precios, un factor más que resta en la búsqueda de competitividad.

Si no queremos ser derrotistas, el informe de la Bolsa abre un dejo de esperanza: “Los grandes avances logrados en contar con una política fiscal responsable consistente con una política monetaria independiente y que apunta a reducir la inflación con el control de los agregados monetarios, son fundamentales para que Argentina pueda sentar las bases para una mayor competitividad que le permita crecer. Continuar con las reformas estructurales de Argentina resultará clave para no solo aumentar la competitividad de nuestro país, sino también para disminuir nuestras vulnerabilidades, aumentar la productividad, la creación de empleo, y reducir las inequidades que estos problemas generan actualmente en la economía”.

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