Tati Bugliotti, Aldo Roggio, Martín Amengual, David Ruda, Roberto Urquía, Jorge Petrone, Miguel de Biassi, Carlos Oulton, Hilario Quijada, podrían ser -a priori- algunos de los empresarios reconocidos que deberían tributar el denominado Impuesto a las Grandes Fortunas que promueven Carlos Heller y Máximo Kirchner para grabar a los patrimonios superiores a los US$ 3 millones con alícuotas progresivas.
También entrarían personalidades del deportes (además de Andrés Fassi y Armando Pérez), como David Nalbandian, el Pato Cabrera, el Gato Romero y posiblemente “Pechito” López. Del rubro artístico uno imagina que también estarían alcanzados Juan Carlos Jiménez Rufino (la Mona) y los herederos de Rodrigo Bueno, sin contar promotores del género del cuarteto como Emeterio Farías a quienes el imaginario popular les asigna grandes fortunas. ¿Paulo Londra? Seguro, dicen los que hacen números del showbiz.
Herederos de las tradicionales familias cordobesas, los Minetti (cementeros y harineros), los Pagani y Maranzana (Arcor), los descendientes de don Silvestre Remonda (La Voz del Interior), Aaron Braver (Canal 12) y muchas empresas que cambiaron de manos en los 90 y en los años siguientes también estarían en el listado.
Es que en Córdoba -respetando la proporcionalidad poblacional- habría unas 1.000 personas alcanzadas, teniendo en cuenta que a nivel nacional se estiman 12.000 potenciales "fortunas" superiores a los US$ 3 millones ($ 200 millones al cambio oficial).
Aquí empieza la primera incógnita: ¿qué considerará "fortuna" el eventual nuevo tributo?
¿Tiene fortuna el que gana mucho o el que tiene mucho? -pregunta y razona Daniel Montes, especialista en tributación y docente de posgrado de ICDA. Si se toma como fortuna el que gana mucho, ya estaría el "Impuesto a las Ganancias" (que alcanza incluso a sueldos "medianos") y si se habla de tener mucho, está "Bienes Personales".
Pero Heller ha remarcado que la idea de escindir este tributo de Bienes Personales (¿se podrá evitar la "doble tributación"?) es por su carácter de "única vez".
"Supongamos que se toma en cuenta el patrimonio -agrega Montes-, entonces debería calcularse sobre el patrimonio neto: lo que tengo menos lo que debo, porque puedo tener una mansión de US$ 3 millones y deber el 50%". En Argentina, cuando se habla de patrimonio en materia tributaria, generalmente se toma el patrimonio total, es decir, sin deducir las deudas. "La tenencia de un patrimonio importante no garantiza la capacidad contributiva", explica el tributarista.
Partiendo de la base que se tomarán bienes registrables (inmuebles y autos), la idea de Heller también es incluir tenencias financieras (quienes ingresaron en el último blanqueo, por caso) y surge otra duda: ¿la tenencia de acciones de una sociedad se incluirá en la base imponible? ¿Solo en caso de empresas cotizantes en Bolsa (porque tienen un valor de mercado claro)? Si así fuera, se podría llegar a la situación de tener que vender acciones para pagar el tributo.
En los números de Heller y Kirchner, con una escala de alícuotas que arrancaría en torno al 1% en el primer escalón y treparía hasta el 3%, se podría recaudar entre US$ 3.000 y US$ 3.500 millones. Dicen que si se toma una alícuota promedio del 2% a los US$ 120.000 millones que ingresaron al blanqueo, solo ahí hay potenciales US$ 2.400 millones.
"Mi impresión es que -como está planteado- será un impuesto ineficaz. Las grandes fortunas tienen grandes abogados y la implementación de este tributo tendrá que salvar algunas cosas importantes como la fecha de aplicación: ¿será al 31 de diciembre pasado? Si es así, será discutible su aplicabilidad por ser retroactivo", abunda Montes.
Qué dicen los potenciales alcanzados
"Creo que no me va a pegar, pero lo importante es que seguimos por el camino equivocado -analiza Jaime Garbarsky, empresario del real estate-; no hay reservas (que es un recurso al que echan manos muchos Estados) y no podemos emitir deuda por hacer las cosas mal por generaciones. Además, dentro del porcentual de la plata que necesita el estado argentino este impuesto es "nada" y va en contramano del camino de facilitar las cosas para invertir en Argentina. Se está echando al capital. Hemos probado 70 años de populismo y ya vimos dónde estamos".
"Sí, me pega en lo personal, pero dejemos eso de lado porque pensaría lo mismo si así no fuera -dice Horacio Parga, accionista de Edisur-. Este impuesto repercutirá más aún en la falta de inversiones en una economía que viene con déficit en ese aspecto hace años y sin lo cual no hay ninguna posibilidad de crecimiento, ni de disminución de la pobreza. Me parece que obedece a una óptica (ni siquiera la llamaría ideología) en donde el empresario es el culpable de todo, sin pensar que sin empresarios no hay creación de riqueza. Todas las empresas pequeñas y medianas aspiran a ser grandes empresas y en Argentina eso es sinónimo de algo malo, de egoísmo y de ruindad. Sin duda con estas medidas se está combatiendo al capital”, redondea el expresidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba.
Para Manuel Tagle, “aún no está claro tanto el monto (inicial) y si las participaciones accionarias se suman al patrimonio. Hay que esperar. En lo conceptual va a contramano de las medidas necesarias para recuperar la economía. Afectaría al capital del sector productivo, que es el que hay que cuidar y proteger en este momento como sostén y generador de empleo. Debemos confiar en que la sensatez prevalezca en el seno del gobierno sobre estas ideas”, se esperanza uno de los accionistas prevalente en Auto City.
“La verdad que no tengo en claro cómo es el impuesto, pero por lo poco que leí en los medios no creo que yo esté dentro del grupo de las personas más ricas de Argentina -dice con un emoticon de risa Sebastián Santiago de Grido-. Respecto al impuesto en sí, la verdad que siento que es un manotazo más del gobierno para recaudar, pero no le veo que sea verdaderamente una solución. Desde cámaras y grupos empresariales se han hecho muchas propuestas y aportes para buscar soluciones pero los gobiernos siempre caen en la misma fórmula: recaudar a través de más impuestos”. Aunque es una empresa grande, Helacor es un caso (cada vez menos frecuente) de compañías con gran giro de capital y accionistas con poco patrimonio personal.
También consultada por InfoNegocios, Vanesa Durán dice: “No, no me pega para nada, ojalá fuera así”. Y sobre la medida en sí, amplía: “Pienso que este tipo de impuestos deben ser parte de una estrategia fiscal, como la tiene Brasil, que a mayor riqueza corresponde más alícuotas de impuestos, pero no algo improvisado y expropiante. Creo que lo único que hace es desalentar la inversión. La verdad me causa mucha tristeza lo poco serios que somos”.
Ramin Tovfigh Rafii, dueño de Vitnik, apunta: “Realmente no estoy al tanto del impuesto, ni me han informado mis contadores todavía. Hoy estoy muy complicado y ocupado para ver cómo sobrevivir con mi empresa los próximos meses y de verdad prefiero ver cómo hacer para pagar 150 sueldos dentro de 10 días”.
Juan Carlos Rabbat, fundador y presidente de la Fundación que comanda la Universidad Siglo XXI tampoco piensa que será alcanzado por el eventual impuesto: “A mí no me pega, por lejos. Sobre el tema en sí opino que a los que tienen fortunas habría que pedirle y comprometerlos a inversiones productivas en el país. Confío más en la capacidad de generar empleo y plusvalía de los empresarios que del estado”, resume.
Tu opinión enriquece este artículo:
Un mamarracho preparado para conformar al ala populista de este gobierno.<br /> Nunca hablan de bajar el gasto y bajar los impuestos, para atraer inversiones que ayuden a poner el Pais en marcha .<br /> Solo piensan a quien sacar , para distribuir , no para inversiones . Y el dia despues del impuesto, que habra cambiado?. Nada<br />