Cuando llegó la tormenta del sábado por la noche muchos se preocuparon, sin embargo los caroyenses saben que después de la tormenta sale el sol —y así fue el domingo 2 de octubre.
Todo conspiró a favor de la 44ª Fiesta del Salame Típico Caroyense, que se desarrolló frente al Club Agraria y volvió a demostrar por qué es uno de los encuentros más esperados del calendario regional.
Desde el tradicional corte de salame encabezado por la intendente Paola Nanini hasta el reconocimiento de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación —que declaró de Interés Cultural la fiesta—, todo se combinó para celebrar la identidad productiva y cultural de Colonia Caroya.
El formato con entrada libre y gratuita, el ambiente familiar, la música en vivo, los sabores caseros y la puesta en valor del salame con Indicación Geográfica (IG) fueron las claves de una jornada que no solo dejó postales festivas, sino también un fuerte impacto económico para productores, bodegueros, gastronómicos y escuelas locales.
Para María José Bergagana, a cargo del Área de Turismo, el balance es altamente positivo: el movimiento general de la ciudad demandó doble turno de almuerzo en restaurantes y parrillas del corredor gastronómico, no solo de Colonia Caroya sino también de Jesús María y Sinsacate.
La región recibió a visitantes de toda la provincia —en su mayoría capitalinos y público local— pero también hubo asistentes de Estados Unidos, España, y de provincias como La Rioja, Catamarca, Santa Fe y Buenos Aires.
El baile durante toda la jornada fue el atractivo extra a una gastronomía típica italiana conjugada con sabores argentinos.
El salame IG fue furor: se vendieron los 500 kilos elaborados para la fiesta, además de una gran cantidad de quesos, bondiola y jamoncito para las picadas.
Otros emprendedores y comercios cercanos al evento también comercializaron fiambres caroyenses, y la Bodega La Caroyense realizó durante toda la jornada recorridos por sus instalaciones con degustación de vinos típicos.
Nada quedó librado al azar: cada uno puso de lo suyo —por ejemplo el club, que ideó juegos interactivos para los niños y abrió el antiguo sótano donde se guardaban los salames elaborados para las primeras fiestas.

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