Aunque la idea parece nueva, tiene antecedentes de décadas atrás. Hoy, impulsada por la creciente urbanización y el tránsito cada vez más intenso, resurge gracias a estudios recientes de las universidades de Bonn (Alemania) y Graz (Austria). Las pruebas piloto, realizadas en Berlín y Eslovaquia, muestran resultados contundentes: una señal de frenado frontal puede reducir hasta un 17% los choques en intersecciones, y hasta un 26% si el conductor que se aproxima percibe claramente la luz. Incluso en colisiones inevitables, la severidad promedio del impacto baja un 39%.
Actualmente, los autos solo advierten que frenan mediante luces traseras, dejando a peatones, ciclistas y otros conductores que vienen de frente sin información clave. En entornos urbanos con cruces peatonales, esquinas congestionadas y maniobras repentinas, esa señal adicional podría marcar la diferencia.
La propuesta ya despierta interés en Europa y podría abrir un debate global sobre cómo actualizar la normativa de seguridad vehicular.
Tu opinión enriquece este artículo: