Su intervención fue una de las más comentadas del encuentro organizado por Visma Latam HR junto a BDO y BenchClub, en el que se debatió sobre el impacto de la IA en el empleo y se analizaron variables macro y microeconómicas.
Visma, que recientemente adquirió Lara —una solución de IA conversacional orientada a recursos humanos, con disponibilidad 24/7 y respuestas inmediatas—, apuesta fuerte por un modelo donde la tecnología potencia, transforma y, en algunos casos, reemplaza parte del trabajo humano. Pero el evento no fue solo una vidriera de innovación. También funcionó como termómetro de la coyuntura empresarial actual y foro de reflexión sobre el futuro del trabajo.
El impacto económico y la promesa de estabilidad
Esteban Domecq, economista y uno de los oradores principales, ofreció un diagnóstico optimista. "La economía cayó mucho menos de lo esperado", afirmó. Su proyección más resonante fue clara: “La inflación se va a terminar”. Además, mostró datos sobre la variación sectorial del crecimiento, evidenciando que el rebote económico no ha sido homogéneo, pero sí más rápido de lo previsto.
IA: de promesa a presión
Arzuaga, referente del mundo tech y autor de varios libros, trazó una línea de tiempo provocadora: el impacto de la inteligencia artificial entre 2023 y 2030 será tres veces mayor que el que tuvo internet entre 1995 y 2010.
Citó incluso a Mark Zuckerberg, quien proyecta que en apenas cinco años habrá más agentes de IA que empleados humanos. “La pregunta ya no es si la IA va a transformar el empleo, sino cómo vamos a adaptarnos nosotros”, dijo.
Tecnología, eficiencia y vínculos humanos
El encuentro puso en diálogo dos mundos que muchas veces funcionan en paralelo: finanzas y recursos humanos. El evento combinó conversaciones de alto nivel con espacios distendidos para el networking, degustación de vinos y cena. Participaron líderes de empresas como Bunge, Telecom, Supervielle, Georgalos, Axxos, La Caja y muchas más.
Un nuevo tipo de empleado
Lejos de cerrar el debate, el evento abrió más preguntas. Pero dejó claro que, frente a una tecnología que avanza exponencialmente, el mayor activo seguirá siendo —al menos por ahora— la capacidad de las personas para adaptarse.
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