De productor a referente: Matías González y su camino emprendedor en el mundo de la hidroponía

El Ingeniero Agrónomo Matías González comenzó su camino en la hidroponía fascinado por un sistema que permite cultivar sin suelo. Hoy, más de una década después, dejó la producción para dedicarse de lleno a la formación y asesoramiento de nuevos emprendedores en toda Latinoamérica. 

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Desde su empresa Crear Hidroponía, impulsa programas personalizados, diplomaturas universitarias e incluso capacitaciones internacionales, como las que dictó en Finlandia junto a la UNC. Su historia es la de un emprendedor que eligió compartir conocimiento y abrir caminos donde antes no los había.

Desde Bell Ville hacia el mundo

Matías González supo transformar su pasión por la hidroponía en un modelo de formación y asesoramiento que hoy cruza fronteras, conecta con universidades internacionales y siembra vocaciones productivas por toda la región.

El viaje de Matías en el mundo de la hidroponía comenzó a los 21 años, cuando visitó a un productor en Córdoba y quedó fascinado al ver plantas creciendo sin suelo, sostenidas únicamente por agua con nutrientes. Años más tarde, ya radicado en Chile —donde la calidad del suelo no es la ideal para el cultivo— decidió emprender en este sistema innovador. Comenzó a formarse y, en un gesto clave, propuso a un productor hidropónico un intercambio de saberes: él ofrecería sus conocimientos como ingeniero agrónomo a cambio de aprender los secretos del cultivo sin tierra.

En 2016 lanzó un canal de YouTube donde compartía contenidos prácticos que nadie ofrecía de forma abierta. "Hay gente que nunca se capacitó conmigo pero montó su sistema y hoy produce y vende en distintos países", dice con orgullo. 

En 2019, montó su propio invernadero con muchas ganas de experimentar. Con el apoyo familiar y una fuerte inversión, Matías inició su propio camino como productor, pero rápidamente detectó que lo suyo iba más allá. “Me di cuenta de que lo que más me apasionaba era enseñar, compartir y crear”, cuenta. Y así nació Crear Hidroponía, su marca personal y hoy empresa educativa. “La empresa se llama Crear Hidroponía porque realmente los procesos creativos son los más importantes y lo que más busco en todo lo que hago. Y tiene que ver con lo que yo le ofrezco a la otra persona”, dice Matías. 

Visionario y detallista, Matías fue el impulsor y docente de la primera diplomatura en hidroponía de Sudamérica, dictada en la Universidad Católica de Córdoba. A partir de esa experiencia surgió la idea de desarrollar programas integrales de acompañamiento, diseñados especialmente para quienes cursaban la diplomatura y buscaban llevar sus proyectos al siguiente nivel.

El impacto de su propuesta trascendió lo local: en alianza con la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba, Matías participó en una capacitación internacional en Finlandia, donde dictaron un curso pionero sobre hidroponía y nuevas tecnologías. Este año, la diplomatura se dictará también en la Universidad Nacional de Córdoba, ampliando aún más su alcance académico.

Hoy Matías ofrece programas personalizados, donde evalúa cada caso de forma individual antes de admitir nuevos alumnos. “Es un programa donde realmente acompaño a las personas. Todo empieza con una reunión para ver si tiene sentido para ambos”, explica. El foco está en reducir errores, acelerar aprendizajes y desarrollar emprendimientos reales, con asesoría directa y seguimiento a medida. Sus alumnos no solo se encuentran en Argentina, sino también en países como Colombia, México, Chile, Perú, España, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Panamá, entre otros. Su propuesta formativa ha trascendido fronteras, consolidándose como una referencia internacional en hidroponía.

Además de relanzar su programa formativo con una nueva visión, Matías está preparando proyectos presenciales junto a universidades, con la idea de recorrer el país llevando capacitación y generando impacto local.

Y, como si eso fuera poco, adelanta un spoiler exclusivo para InfoNegocios: el invernadero volverá, pero con un enfoque completamente distinto, integrando producción, tecnología y formación.

Sobre el potencial de la hidroponía en la región, Matías es claro: “Aunque en Argentina representa menos del 0,1% de la producción, tiene una demanda creciente. Es un producto diferenciado, con vida útil superior y previsibilidad de precios”.

Con una mirada abierta y experiencia en diversas geografías, remarca que los límites muchas veces están en la cabeza. “Siempre que viajo se me rompen paradigmas. Uno cree que conoce hasta que ve cómo se hace en otro lugar. Por eso me mantengo siempre creando”.

Más allá de logros, viajes o reconocimientos, Matías comparte un concepto que resume su filosofía: “Lo más importante es disfrutar el proceso, independientemente del resultado”. Una enseñanza que aplica a la hidroponía, al emprendedurismo y a la vida misma.

Desde Bell Ville, Matías demuestra que sembrar ideas puede dar frutos en cualquier parte del mundo. Y que el mejor cultivo es el que crece con propósito, conocimiento y pasión.

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