El origen se remonta a 1974, cuando César Mercado, guitarrista y docente, buscó un lugar donde continuar dando clases fuera de su casa. El primer local fue en calle Alsina, frente a la Municipalidad. Al poco tiempo, ese pequeño salón se llenó de guitarras, partituras y pedidos de alumnos y músicos. Así nació un comercio que se convertiría en punto de referencia cultural.
Con el tiempo y junto a su esposa Mónica Lelli, abrieron un espacio más grande en calle Bolívar. El negocio creció: llegaron más instrumentos, equipos de sonido y cursos de formación musical. En 1988 concretaron el sueño de tener local propio, en la esquina que hoy sigue siendo su sede. Y en 1993 lo ampliaron para transformarlo en lo que es actualmente: un espacio donde la música no solo se vende, se respira.
La familia Mercado-Lelli no solo vendió instrumentos. Organizó eventos, acompañó campañas solidarias y fue parte activa de la vida musical de la ciudad. Entre 1999 y 2005, celebraron el Día de la Música con encuentros frente al local, con artistas locales y una consigna clara: hacer comunidad desde el arte.
En los 2000, se animaron a más: Joaquín, uno de los hijos, comenzó a viajar por la provincia vendiendo instrumentos. Así nació la expansión territorial y una nueva sucursal en Alta Gracia, hoy atendida por Javier, también parte de la familia.
Actualmente, La Casa del Instrumento Musical sigue siendo un comercio familiar con esencia artística. César, Mónica, Joaquín, Javier, Adrián y Fernando integran un equipo que no solo vende, también asesora, escucha y acompaña.
“Lo nuestro no es solo un negocio. Es estar al lado de cada músico, desde su primer acorde hasta su proyecto profesional”, dice Mónica. Y esa filosofía los sostuvo durante medio siglo.
Y ese quizás sea el secreto de su vigencia: entender que detrás de cada compra hay un proyecto artístico, un sueño que empieza con una cuerda, un tambor, un teclado… o una guitarra, como aquella del principio.
Tu opinión enriquece este artículo: