El CPCE marca el camino (¿imposible?): devaluar de manera planificada

“El tipo de cambio ha perdido competitividad para las empresas exportadoras / Una devaluación mejora el tipo de cambio / Un devaluación mejora la competitividad”.
El silogismo es simple, pero la solución no es tan directa como plantea. Los precios relativos están tan desbarajustados que volver a equilibrar todo ya no es tan fácil, según explicaron ayer los economistas del Consejo Provincial de Ciencias Económicas.
“Los que piensan que se sale de los problemas con una devaluación se equivocan. Hay que coordinar la política cambiaria, monetaria y fiscal para reducir las tensiones”, afirma Víctor Peralta.
La pérdida de competitividad en el tipo de cambio es –a criterio de los economistas- un reflejo de que las principales variables de la economía se desalinearon (frente fiscal, reservas, balanza comercial, resultado en cuenta corriente de la balanza externa). La tasa de devaluación más alta en la serie 2006 a 2013 es  en 2009, con el 21,08% interanual, las más bajas se dan en 2011 y 2012, “lo que confirman la pérdida de competitividad”.
Para Mary Acosta, los procesos de devaluación en los últimos 50 años no se produjeron por condiciones de política, sino porque el mercado empuja y el Estado no tiene cómo responder.
Además, “empezar un proceso de endeudamiento tapando los problemas no funcionaría”, indica.
¿Cuánto debería depreciarse el peso para alcanzar el nivel de competitividad de 2006? En la nota completa.

El análisis del tipo de cambio real (TCR) marca que, en comparación con el primer trimestre del 2006, si se toma el Índice de precios implícitos está 50% por debajo (US$ 2,09), mientras que si se deflacta por la evolución de la Canasta de Alimentos que mide el CPCE la relación es US$ 3,05.

La historia de las últimas devaluaciones
En el repaso de los shocks devaluatorios se transparenta que la devaluación del plan Austral (789%) no permitió crear condiciones y la crisis se siguió arrastrando hasta el 2002, cuando la devaluación es del 206%. Después estos reacomodamientos del tipo de cambio los resultados son dispares en la economía. Con el Rodrigazo el desempleo bajó, el crecimiento subió y la inflación bajó pero sobre una base del 200% anual; con el Austral mejoró el PBI (se venía de una recesión), el frente laboral se mantuvo estable y la inflación cae desde valores altos. En la devaluación de la híper se revierte el proceso de baja del Producto, sube el desempleo y los precios descienden pero se produce una nueva crisis que desemboca en la Convertibilidad que sólo alcanza objetivos en frenar la inflación. En la devaluación del 2002, a diferencia de las anteriores, todos los parámetros mejoran pero “ya se había hecho el ajuste. No es que la devaluación no produzca un efecto recesivo, pero en esta oportunidad ya se había hecho”.

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