“El counseling es una profesión de ayuda”, explica Testore. “Acompañamos a personas que están atravesando crisis (personales, vinculares o laborales), ofreciendo un espacio de apoyo, orientación y escucha”. No se trata de “curar”, como puede hacerlo un psicólogo o psiquiatra, sino de facilitar que cada individuo se conecte con sus propios recursos saludables para afrontar lo que le toca vivir.
A diferencia del coaching (que se orienta a metas y resultados concretos) el counseling trabaja con la persona y no con el síntoma, desde un enfoque humanista inspirado en Carl Rogers. “El coach busca objetivos, nosotros escuchamos el proceso interno. La diferencia está en que no marcamos el camino, sino que acompañamos a que la persona lo descubra por sí misma”, resume.
Escuchar para comprender (y prevenir)
En un contexto donde la salud mental y emocional ocupa cada vez más espacio en la agenda, Testore sostiene que el valor del counseling radica en ofrecer algo tan simple como escaso: un espacio genuino de escucha.
“Las personas muchas veces no tienen quién las escuche sin juicios. Ese momento de escucha permite además que uno se escuche a sí mismo, que empiece a comprender qué le pasa realmente. Desde ahí, puede nacer el cambio”, cuenta.
El enfoque, además, tiene un rol preventivo: ayuda a resolver conflictos antes de que se vuelvan patológicos. “Trabajamos desde lo educativo y lo preventivo, para que la persona pueda desarrollar autonomía emocional y herramientas propias de autoayuda”, explica la counselor, que atiende tanto de forma virtual como presencial en Córdoba.
¿Y en el mundo empresarial?
Aunque el counseling suele pensarse en el ámbito individual, Testore plantea su enorme potencial dentro de las organizaciones. “Las empresas están formadas por personas. Cuando las personas están bien consigo mismas y con su entorno, eso se traduce directamente en mejores vínculos, clima laboral y productividad”, asegura.
Desde su experiencia, una integración efectiva podría ser a través de talleres grupales, espacios de escucha o dinámicas de autoconocimiento como el eneagrama (área en la que también se especializa). “El eneagrama es un sistema muy potente para mejorar la comunicación interna y resolver conflictos en equipos de trabajo. Combinado con el counseling, puede generar transformaciones reales”, afirma.
Una profesión en crecimiento
Aunque en Argentina el counseling todavía no cuenta con matrícula nacional, ya está reconocido oficialmente por el Ministerio de Educación como carrera terciaria. “Cada vez somos más counselors, y cada vez hay más conciencia del valor de este espacio. Yo antes no lo veía con tanta claridad, pero hoy estoy convencida del poder que tiene simplemente escuchar”, reflexiona Eugenia.
Y concluye con una idea que puede aplicarse tanto a la vida personal como al liderazgo empresarial: “El counseling enseña a escucharnos. Y cuando uno se escucha, puede también escuchar mejor al otro. Desde ahí, todo empieza a cambiar”.