El proyecto nació de tres amigos (uno de ellos viviendo en Nueva York), quienes vieron en Córdoba un público “mucho más dispuesto a nuevas experiencias gastronómicas” y decidieron traer un producto que aman.
Con asesoramiento de un experto porteño y la experiencia panadera de uno de los socios, montaron una fábrica propia dentro del local para garantizar calidad y estandarización. “Queríamos que sea un aporte cultural real, un pedacito de NYC acá”, cuentan.
La propuesta incluye cinco tipos de panes (everything, amapola, sésamo, blanco e integral) y versiones tipo sándwich (todas saladas), además de los open bagels, tostadas con toppings dulces y salados. Los precios van entre $ 6.500 y $ 11.000 para los bagels completos y $ 4.000 para los open. Además, ofrecen café premium, matcha y cold brew, y ya tienen clientes que visitan el local solo por las bebidas.
A pesar de ser take away, el pequeño salón (88 m2 totales, 20 habilitados al público) vive lleno. Y lo más llamativo: la repetición. Clientes que ya completaron seis compras en apenas tres semanas gracias al sistema “The Bagel Line”, una tarjeta estilo metro neoyorquino que regala un bagel cada 10 consumiciones.
Incluso turistas estadounidenses ya dieron su veredicto: “Es lo más parecido a un bagel de Nueva York que comimos fuera de la ciudad”.
Y mientras el primer local sigue explotado, los socios ya proyectan dos nuevas aperturas en 2026 en Nueva Córdoba y el centro, con la mira puesta en un modelo escalable e incluso franquiciable.