Nadie de los presentes tenía prurito de asumirse "de derecha" y la gran mayoría -además- pagó un ticket y se movilizó por su cuenta.
En estos y otros sentidos, el acto de ayer organizado por La Derecha Diario (un medio de comunicación que cabalga sobre la ola que impulsa a esta forma de concebir la política) fue un rara avis.
Pero todo indica que estos mitines serán cada vez más frecuentes en el futuro.
Con un escenario con proscenio (en T) y mucha claridad en los símbolos y gráficos de las pantallas (modestas, pero no pobres), la Derecha Fest se presentó en Córdoba, en el salón mayor del Quórum.
Para la prensa tradicional, no fue fácil ingresar. La acreditación expedida desde una cuenta de mail no contemplaba el acceso al salón sino un gélido “corralito” en el exterior. Finalmente, una mano amiga lejos de la organización nos habilitó un QR. Varios colegas quedaron con “la ñata contra el vidrio” o directamente se fueron.
En el lobby del salón mayor del Quorum Hotel, un variopinto surtido de stands con remeras como “Roma no paga traidores” y figuras tamaño real de Donald Trump, Giorgia Meloni, Nayib Bukele, Javier Bolsonaro y Javier Milei para hacerse selfies.
A la hora de los discursos, Diego Recalde hizo casi un stand up delirante y luego fue el Gordo Dan el encargado de ir subiendo el volumen con un discurso leído y admitiendo que se siente más cómodo desde su cuenta de X.
Con Nicolás Márquez la cosa ya tuvo más contenido y empezaron a llover palos no solo hacia los “kukas” y los “zurdos de mierda”, sino también a exalidados: allí empezaron las alusiones críticas a la vicepresidenta Victoria Villarruel, que ligó parejito hasta el final de la velada.
No obstante, Márquez y otros oradores hicieron ciertos llamados a la unidad de la derecha, desde liberales clásicos, a libertarios, pasando la colectora por los conservadores que aman la tradición y la patria (pero no el Estado).
La consigna recurrente fue a “reventar las urnas” en octubre y el “imperativo categórico” se definió como “destriur al personismo” en esos comicios.
“El enemigo está en el suelo, peguemosle patadas en la cabeza”, fue la curiosa figura para invocar a un masivo voto popular por el gobierno.
Laje, un lujo
La noche venía más de consignas que de ideas, hasta que subió al escenario el politólogo, filósofo y escritor Agustín Laje, de los primeros soldados de la derecha en la batalla cultural.
Fue el único que articuló un discurso con presentación, nudo y desenlace en su ponencia sobre la “Anatomía moral de la izquierda”, presentando silogismos y argumentos para su tesis: los zurdos son envidiosos y resentidos.
Por su claridad y llegada, seguramente más de uno lo verá como potencial cabeza de lista en las elecciones de octubre, aunque ha dicho anteriormente que su prioridad es terminar un doctorado que cursa en España. “Si Milei me lo pide, sí. Yo estoy a sus órdenes. Soy un soldado”, dijo hace poco.
Milei y sus grandes éxitos
A las 21.21 y tras su baño de multitudes (atravesó el salón desde la entrada), Javier Milei dio su clásico “hola a todos”, saludando desde el inicio (¿bendiciendo?) a Laje, su antecesor en la palabra.
(Nos dicen los conocedores de la interna libertaria que Laje está más alineado con Santiago Caputo, a diferencia de Gabriel Bornoroni, el jefe de bloque de Diputados, “un Karino”).
Enérgico y entusiasmado, Milei se volvió a erigir como “el mejor gobierno de la historia argentina” y repasó su repertorio de grandes éxitos en materia económica y cultural.
Duro con su compañera de fórmula en varias referencias, también instó a “dar un tremendo batacazo violeta” en las elecciones de octubre y convocó a los presentes a involucrarse en la campaña.
Tras un llamado al alineamiento (o escuché mal o dijo directamente “verticalismo”), Milei analizó que “estamos en guerra” (contra el kirchero-peronismo) y tuvo una reflexión casi trotskista: “somos millones pero nos movemos como uno solo”.
Finalmente, el presidente agradeció y alabó la labor de La Derecha Diario, el medio que viene creciendo desde Argentina y España en toda la región, organizador del evento.
Ya se sabe: desde el gobierno instan a odiar a los periodistas, pero no a los que piensan como ellos y amplifican sus ideas.
Nihil novum sub sole.