Keila Barral Masri (34), es la fundadora de Cromodata, y tiene la historia justa que explica por qué hoy lidera uno de los proyectos de salud digital más potentes de la región: pasó siete años sin diagnóstico, con estudios desparramados entre distintos centros médicos que no “hablaban” entre sí.
¿El resultado? Dos tumores, tratamiento tardío y una discapacidad permanente. ¿La causa de fondo? Los datos de salud de los pacientes latinoamericanos están desconectados, mal guardados o directamente se pierden.
Keila Barral Masri junto a su perro de compañía.
Con ese punto de partida nació Cromodata, un hub de datos sanitarios de América Latina y el Caribe que hoy ya opera en Argentina, Uruguay, México, República Dominicana y Brasil.
¿Qué hace Cromodata en palabras simples?
Conecta hospitales y centros médicos que generan datos de salud con empresas, farmacéuticas, universidades e investigadores que necesitan esos datos para entrenar modelos de IA o avanzar en ciencia. Lo que es súper importante es que todo es de forma anonimizada, tokenizada y legal.
“Un centro médico puede ganar hasta tres veces más vendiendo ese dato que haciendo el estudio”, cuenta Keila. “Entonces les decimos: vos hacé lo que sabés (atender pacientes) que nosotros convertimos tu dato en un activo que sostiene tu operación”.
¿Por qué esto importa? Porque hoy la ciencia global casi no usa datos latinoamericanos. Keila cuenta: “Menos del 1% de los datos con los que se entrenan modelos de IA en salud provienen de pacientes de la región. ¿La conclusión? Cuando esas tecnologías llegan acá, no nos sirven”.
Además, el sistema tiene todo en contra: el 30% de los datos del mundo los genera la salud, es la industria más hackeada del planeta, los centros no tienen presupuesto para ciberseguridad ni para almacenar datos como exige la ley y muchos hospitales borran estudios pasados 1–2 años porque no pueden pagar el almacenamiento.
Y mientras tanto, explica Keila, los médicos venden datos de pacientes a las farmacias por fuera, algo que pasa más seguido de lo que cualquiera admitiría.
El recibimiento en Argentina
Cromodata ya trabaja con unos 40 centros médicos grandes en Argentina, sobre todo del área oncológica (los datos más buscados en el mundo).
En Córdoba todavía no están plenamente operativos, pero sí en negociaciones con uno de los centros de imágenes más importantes, porque las imágenes médicas son el insumo estrella: el 78% de la IA en salud se entrena con imágenes.
¿Y el paciente?
El paciente no baja ninguna app ni hace nada extra. El uso secundario de datos anonimizados ya está contemplado en los consentimientos que firmamos al atendernos.
Pero la visión a futuro es más grande:
Cromodata está tokenizando pacientes y construyendo una wallet en blockchain para que, en 1 o 2 años, cada persona pueda ver sus datos de todos los centros que trabajen con la plataforma.
Y desde allí pueden decidir si los donan, los venden o los usan para acceder a ensayos clínicos en cualquier parte del mundo.