La Siglo 21 es la primera universidad del país en volver a clases presenciales (y la primera en implementar la perspectiva de "educación positiva")

(Por Julieta Romanazzi) Luego de un año sin presencialidad, la Universidad Siglo 21, que en 2021 celebra sus 26 años, volvió a reactivar su campus para recibir a más de 2.500 alumnos que estudian bajo la modalidad presencial. Con el inicio de este ciclo, la institución también dio comienzo a una nueva perspectiva: la de educación positiva, convirtiéndose así en la primera universidad del país en incorporarla.

La universidad privada creada en 1995, que cuenta con más de 45 carreras de grado y pregrado, más de 67.000 alumnos en todo el país y más de 550 docentes, retomó clases presenciales el lunes 22 en su campus de Córdoba y las sedes donde se cursan carreras de modalidad presencial.

La Mgter. Laura Rosso, secretaria general académica y de desarrollo de Universidad Siglo 21, trazó un panorama muy positivo de la vuelta a clases presenciales: "Fue muy bueno, por supuesto con una gran atención en el protocolo de cuidados. Notamos en los jóvenes un gran entusiasmo por volver, y percibimos un alto nivel de asistencia, que históricamente en la primera semana de clases es notoriamente más reducido".

Más de 2.000 alumnos volvieron a la presencialidad en la Siglo 21, tomando clases en grupos reducidos y bajo el esquema de burbujas, mientras que la población de riesgo, tanto de alumnos como de profesores, continúan bajo la modalidad virtual desde sus hogares.

Los alumnos asisten a clases según la terminación de su DNI (par o impar), y tanto estos como docentes y no docentes cuentan con accesos diferenciados al campus, deben presentar su declaración jurada cada día que asisten, y en cada instancia se realizan testeos de temperatura. Además cada edificio cuenta con una limitación de personas, con horarios de ingreso y egreso escalonado, formato que también implementan en el comedor del campus.

¿Qué significa que la universidad se incorpore a la perspectiva de educación positiva?

Según cuenta Rosso, la perspectiva de la educación positiva en el mundo se viene trabajando desde hace algunos años, y países como Canadá, Finlandia y España, son algunos de los que empezaron a implementar esta mirada y hoy son referentes midiendo el índice de felicidad de su población, y que luego lo trasladaron al sistema educativo.

"La educación positiva es una corriente que empezó hace algunos años bajo la premisa de que la educación es un eje central para que las personas tengan desarrolladas las competencias necesarias para cumplir sus propósitos de vida", explica Laura. En el ámbito educativo se trata de una de las perspectivas más novedosas, ya que la educación formal siempre estuvo asociada al desarrollo de competencias profesionales.

Laura agrega que la educación positiva propone que el valor fundamental de la educación formal (la que sucede dentro de un sistema educativo) está dado en promover que las personas cumplan sus propósitos de vida, dicho de una forma más simple: que sean felices. "Para cumplir el propósito de vida de uno, la profesión tiene mucho que ver. No se hace tanto hincapié en que solo aprendas lo que tenés que aprender profesionalmente sino que desarrolles competencias para determinar cómo querés transitar tu camino profesional y personal".

La corriente de la educación positiva trabaja sobre diferentes ejes, para generar dentro de las instituciones educativas un ecosistema de bienestar, y algunos de ellos son: el desarrollo de emociones positivas, de engagement, de la construcción de relaciones sociales sanas, de desarrollar la atención plena y el bienestar.

A pesar de que recién ahora la universidad esté implementando esta perspectiva, Laura comenta que no es una decisión de este año, sino más bien un proceso que viene desde hace muchos años, donde ya vienen desarrollando este tipo de competencias. "Este año llegó el momento de tomar la decisión de integrarlo sistemáticamente y empezar a construir un ecosistema de bienestar", comenta Rosso. La pandemia también tuvo ver en esta aceleración del proceso, ya que durante el aislamiento comenzaron a observar un gran cambio en la dinámica del proceso educativo del alumno y del docente.

En ese contexto recobró peso en la balanza la importancia del desarrollo de competencias que permitan -en cualquier situación- la emoción positiva, la atención plena, la continuidad en el cuidado del bienestar físico, las relaciones sociales y sostener el sentido de propósito de cada uno. De eso se trata la educación positiva.

De esta forma, la Universidad Siglo 21, a través de la firma de un acuerdo de asociación estratégica con el Instituto de Ciencias del Bienestar y la Felicidad de la Universidad Tecmilenio de México, primera universidad positiva del mundo, se consolida como la primera institución académica argentina que incorpora la educación positiva como perspectiva.

Y para implementar esta corriente, desde la universidad ya se encuentran trabajando sobre algunos ejes importantes que incluyen:

  • Modificación de ciertos contenidos en asignaturas que forman parte de todos los programas de las carreras, orientándolos al desarrollo de las competencias emocionales.
  • Formación docente, con el fin de diseñar prácticas áulicas que fomenten alguno de los ejes anteriormente mencionados.
  • Construcción de cursos y certificaciones específicas, ofrecidos a la comunidad en general de educadores de diferentes niveles, y también a personas que tienen a cargo áreas de formación.
  • Reconversión completa de la forma en la que se cursa. Hasta entonces el alumno iba a la sede a cursar 100% el contenido de sus materias, pero a partir de ahora en cada día de cursado el alumno tendrá horarios libres donde podrá elegir entre 15 actividades semanales gratuitas, que tienen que ver con el bienestar físico nutrición, yoga, mindfulness, actividades deportivas y de regulación emocional.
  • Desarrollo de un gabinete de bienestar para los alumnos de toda la comunidad, donde se pueden acercar para trabajar con especialistas de la psicología.

Según cuenta Laura Rosso, desde la institución iniciaron este año con una medición de base para conocer el nivel de bienestar de su comunidad antes de la implementación de las acciones; continuarán con una medición intermedia en el corte del primer semestre, y finalizarán al terminal el año con otra, donde podrán ver si efectivamente todo este despliegue de acciones impactan o no en el bienestar de su comunidad.

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